Imagina una sala donde el flamenco impregna cada rincón, donde el tiempo se detiene y los sentimientos se apoderan de los artistas, haciendo de cada representación un momento único e irrepetible…
Las tablas de la Pacheca se transforman en un templo que acoge a los mejores artistas, permitiéndoles ser canal de pasiones y sentimientos de antaño, que te embrujarán a través de la melodía de cada palo, la vibración de cada taconeo y la fuerza de su quejío.